Por el Dr. Domingo Pérez León, del Instituto Biológico de la Salud. www.institutobiologico.com
La vitamina K ha sido considerada durante mucho tiempo principalmente como una vitamina de la coagulación de la sangre, pero en los últimos años ha quedado claro que la vitamina K tiene muchas más funciones importantes. Junto con la vitamina D3, la vitamina K2 regula el balance de calcio. La asociación entre las vitaminas D3 y K2 previene la arteriosclerosis, la principal culpable de las enfermedades cardiovasculares, y tiene un efecto positivo en la salud de los huesos.
La vitamina D es responsable de aumentar los niveles de calcio en la sangre, algo fundamental que, sin embargo, también puede implicar el depósito de placas de calcio en los tejidos blandos. Estas placas pueden formarse en la pared vascular, lo que puede resultar en arteriosclerosis o aterosclerosis, y en el cartílago, que como resultado se vuelve menos flexible. Y es ahí donde la vitamina K juega un papel fundamental, ya que juntas, las vitaminas D y K contribuyen a la prevención y eliminación de la calcificación de los tejidos blandos. La mineralización de los huesos, el proceso que mantiene los huesos fuertes, depende de la hormona osteocalcina, también llamada la proteína Gla del hueso. La osteocalcina se produce bajo la influencia de la vitamina D en los osteoblastos, células que construyen tejido óseo. Se activa con la vitamina K. La osteocalcina se une al calcio en los huesos y regula la tasa de deposición de minerales en el hueso. La sinergia de las vitaminas D y K influye así en la densidad mineral y la fuerza del hueso a través de la osteocalcina.